El FPS, o factor de protección solar, es una cifra que indica el múltiplo de tiempo que la piel puede estar expuesta a la radiación solar antes de producirse un eritema o enrojecimiento previo al quemado.
El cálculo de efectividad del FPS viene determinado por las características de cada piel, pues no todas responden por igual al efecto del sol. Así, es la tolerancia de cada piel la que determina el tiempo de acción de una crema solar en ella.
Las quemaduras y otros efectos nocivos de la exposición solar son efecto de las diferentes radiaciones solares. Existen rayos como los IR que la mayoria de la gente piensa que son inocuos para la piel, pero penetran en la dermis y aceleran el fotoenvejecimiento. En cambio, otros como los ultravioleta pueden ser los causantes de quemaduras, lesiones dermatológicas o cáncer de piel.
De estos últimos, son los rayos UVA y UVB los que alcanzan la piel y, más concretamente, son los segundos los que pueden provocar dichas afecciones al contar con un mayor grado de incidencia.
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Cómo usar apropiadamente un protector solar
La manera más efectiva de proteger la piel es aplicar sobre ella una buena capa de protector solar. La elección de un FPS determinado estará condicionada por el tiempo de exposición y por el grado de tolerancia de cada piel a la radiación. La aplicación del protector deberá hacerse siempre con un tiempo prudencial antes de exponer la piel al sol a fin de favorecer su mejor absorción.
Por otra parte, las áreas donde el protector debe de ser aplicado son aquellas que presenten una mayor sensibilidad o vayan a someterse a un mayor contacto con la radiación. Las cremas solares pueden complementarse con la toma de algunos complementos como los betacarotenos, que facilitarán un aporte óptimo de vitamina A.
¡Pero atención! Muchos protectores solares están perfumados o contienen elementos como el níquel, que pueden provocar alergias y reacciones. ¡Evítalos!